
Soy Doménica
Soy pediatra, mamá, hija, hermana, esposa y mujer en constante transformación.
Desde pequeña crecí entre pasillos de hospital. Mi papá es médico y, cuando tenía cuatro años, nos mudamos a vivir dentro del hospital donde trabajaba. Crecí oliendo a alcohol, escuchando monitores y viendo curar. Era mi mundo: todo lo que conocía, lo que respiraba.
Y aunque en la adolescencia llegué a cuestionarlo —como todos lo hacemos con aquello que parece “destino”—, siempre había algo que me hacía volver.
Mi camino hacia la pediatría
Nunca me decidí por alejarme de la medicina. Al terminar la carrera estaba convencida de que sería cirujana. Pasé meses en quirófano, pero un día entendí que ese no era mi camino. Sabía que debía haber algo más que me haría sentir más viva de lo que lo hacía el quirófano.
Siempre supe que me encantaban los niños. En algún momento pensé en ser cirujana pediatra, parvularia o psicóloga infantil. De una u otra forma, todo en mí apuntaba hacia la infancia. Solo que nunca me había detenido a imaginar que mi lugar estaba en la pediatría… hasta que la maternidad me mostró que ese era mi camino.
Ser médico de niños
Hay una frase que repito a menudo, entre broma y verdad:
“No es que me guste ser médico. Me gusta ser médico de niños.”
Y es cierto. No me pasa igual con los adultos; con los niños, todo se enciende, se expande, cobra sentido.
En ellos encuentro eso que me hace sentir viva: la curiosidad, la risa, la ternura y la posibilidad de acompañar desde el inicio de la vida.
Ser mamá
Cuando fui mamá, una de las primeras cosas que tuve claras fue que quería dar lactancia materna.
No por vocación ni por romanticismo: fue, honestamente, una decisión práctica.
Mi esposo estaba en su posgrado —y en Ecuador los posgradistas no reciben sueldo—, así que al hacer cuentas supe que la fórmula no era una opción. Pensé: “si hay algo que puedo hacer, es esto.”
Y lo hice. Pero en el camino me pasó algo inesperado: me enamoré.
Me enamoré de la lactancia, de lo que las mujeres somos capaces de hacer, de la fuerza que no sabíaque teníamos.
Y con eso, me enamoré aún más de la idea de ser pediatra, de acompañar a las familias, de ver cómo cada vínculo puede sanar más que cualquier tratamiento.
Un año y medio después del nacimiento de mi hijo, ingresé al posgrado de pediatría.
Ahí sentí que todas mis esferas finalmente se alineaban: la profesional, la personal y la maternal.
Por primera vez, todo tenía sentido.
Mi propósito
Hoy miro hacia atrás y veo una historia tejida con propósito.
No ha sido lineal ni sencilla, pero sí profundamente mía.
Soy feliz siendo mamá.
Soy feliz siendo pediatra.
Soy feliz siendo médico de niños.
LaDocSanta
LaDocSanta nació como una extensión natural de todo eso:
de mi forma de vivir la medicina, de acompañar a las familias con empatía, ciencia y experiencia real.
Es el espacio donde convergen la médica, la mamá y la mujer.
Sigo aprendiendo todos los días: de mis pacientes, de mi hijo, de la vida.
Y cada vez que un niño me sonríe o una madre suspira con alivio, recuerdo por qué estoy aquí:
porque esto, realmente, es lo que amo hacer.
Mi esencia
Soy Doménica.
Soy mamá de Felipe, esposa de Guillermo, hermana de Arianna y Raúl Ramón,
hija de un médico que me enseñó a mirar con respeto la fragilidad de la vida
y de una mujer fuerte que me enseñó a levantarme.
Y soy doctora de muchos pequeños que me recuerdan, cada día,
por qué vale la pena hacerlo todo con alegría por amor.
Educación
2022-2024
Universidad de Barcelona (España)
Máster en Lactancia Materna y Donación de Leche
2021-2024
Universidad Internacional del Ecuador
Especialización en Pediatría
2019-2022
Universidad Internacional de la Rioja (España)
Máster en Dirección y Gestión Sanitaria
2011-2017
Universidad de Especialidades Espíritu Santo (Ecuador)
Médico









